Hablando de té, me acuerdo de una historia que me han contado un tiempo atrás, muy interesante.
Cuenta que hace mucho tiempo, un muchacho ha tenido una vida tan desgraciada, tan trágica, tan llena de adversidades, que ha decidido suicidarse para evitar mas sufrimientos. Pero como el era un creyente en Buda, decide ir a un templo a poner su último incienso antes de quitarse la vida.
Cuando llega al templo, mientras ponia su incienso y hacia su ultima ovacion a Buda, un ansiano monje notó la gran tristeza que reflejaba su rostro, y se le acerca para preguntar lo que había pasado, y el muchacho le cuenta todo hasta su deseo de suicidarse. El monje piensa un momento y le dice:
-No pretendo hacerte cambiar de idea, pero antes de dar ese tragico paso, me permites invitarte una ultima taza de té?
El muchacho piensa un momento y acepta la invitacion. El monje lo lleva al cuarto de té, pone una tetera llena de agua sobre fuego, y echa unas cuantas hojas de té en dos tazas. Cuando el agua apenas empezó a calentarse, y todavia muy lejos de hervir, el monje toma la tetera y llena una de las tazas con el agua tibia, luego vuelve a colocar la tetera sobre fuego. Despues de unos instantes, el agua finalmente empieza a hervir, y el monje nuevamente toma la tetera y llena la otra taza, pero esta vez con agua hirviendo. Terminada su oficio, el monje le pide al muchacho que toma de ambas tazas y que le indicara cual sabe mejor. El muchacho hace lo que se le pidió y contesta:
- La taza con agua hervida sabe mucho mejor.
- ¿Sabes por qué?
- No.
- El agua hervida, aunque quema, es lo que necesita la hoja de té para ayudarle a sacar su mejor sabor. La hoja de té, luego de sufrir todo el maltrato por parte del agua hervida, es que realmente puede ofrecernos su mas apreciada aroma por la que es tan cotizada y famosa. Sin la quemadura y el sufrimiento del agua hervida, la hoja de té no es más que una hoja seca sin utilidad. En cambio, el agua tibia, aunque no quema, no puede sacar esa aroma del té. Te fijaste que cuando le eche agua tibia, el te se quedo casi inmovil en el fondo de la taza? mientras que cuando eche agua hervida, la hoja subia y bajaba y daba vueltas por la alta temperatura del agua, pero al mismo tiempo iba abriandose y empieza a emitir su aroma y su sabor.
Al terminar, el monje cerró sus ojos y no dijo ni una palabra más. El muchacho quedó sentado alli pensando en lo que acaba de ocurrir, luego de un buen rato, se levantó y se marchó. Muchos años despues, el monje recibio una carta, en la que decía:
-Gracias maestro por su taza de té. Ahora soy dueño de la fabrica de té más grande del país.
-fin-
p.d. disculpen por la mala traduccion
Sunday, February 05, 2006
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